e enjte, 12 korrik 2007

Mover Espiritual(V)


CUANDO SENTIMOS QUE DIOS SE APARTA
Texto: Lamentaciones 4:1-8 Cuando perdimos el brillo de Dios en nosotros: perdemos interés por las cosas de Dios, nos atraen mas las cosas del mundo, comenzamos a andar entristecidos, amargados como destruidos se nos van las ganas de orar, leer la Palabra, congregarnos sentimos como si hubiere en nosotros un enorme fracaso, sin fuerzas, nos cuesta sonreír, no hablamos con optimismo, nos quejamos, criticamos, Vemos errores en otros, empieza a aparecer en nosotros malas reacciones en el carácter nos cuesta sentir la presencia de Dios y cuidar el testimonio ¿Por qué sucede esto?
(1) esparcidas: lejos de Dios, El quiere que estemos a su lado haciendo su voluntad
(2) crueldad: no buscamos el bien para los otros, no hay amor ni sujeción, ni perdón
(3) pecado: pecados ocultos, algo sin confesar, no pedimos perdón, no queremos humillarnos
Si el brillo se termina definitivamente terminaremos alejados del Señor y regresando a nuestra vieja vida en un estado mucho peor, habrán aflicciónes, angustias, pesares, tristezas y muchas otras cosas más, nos sentiremos acusados por el enemigo o culpables de lo que nos pasa o pasa a nuestros seres queridos o los que amamos Para que ese brillo no se termine volvamos a ese primer amor, a buscar a Dios con fervor, humillémonos delante de El, reconocer nuestros pecados, confesar nuestros errores, pedir perdón a otros, perdonar quitando rencores pasados, orar, leer su Palabra, congregarnos esforzarnos por hacer esto en santidad. Con un buen brillo de Dios en nosotros habrá gozo, buen testimonio, bendición, victoria, optimismo, paciencia, fervor por Dios y sus cosas, nuevas bendiciones en dones y talentos espirituales, perdón a otros, amor, y todo lo que Dios tiene para Tí.

LA SOLEDAD EN EL MINISTERIO

La soledad en la labor ministerial es una realidad que muchos líderes atraviesan: estar, sentirse o moverse casi sin otro a su lado que lo apoye. En casos extremos, esta soledad es motivo de fracasos, culpas o desgano. Este estado no indica que el líder esté sin la compañía de otros, sino que no halla en ellos un sostén para sus necesidades.
Difícil es para todo líder trabajar con el peso de sentirse solo ya que no tiene otro líder que lo aconseje o simplemente lo escuche. Todo obrero necesita de alguien a quien pueda rendir cuentas o cuando fuere oportuno, en quien apoyarse. En una congregación donde los líderes no son contenidos como corresponde habrá desganos, faltará motivación, se crearán celos, rebeldías, Iras, contiendas y más.
El líder debe: reconocer y aprender de sus líderes, moverse bajo el concejo de otro con mayor autoridad, solicitar a su líder el control que le corresponda, aprender a rendir cuentas a sus superiores
Un líder orgulloso es sin duda alguien que hace todo solo, es autosuficiente (o se muestra como tal), se siente superior sobre los demás y usa de ello para mostrarse inalcanzable e insuperable. El orgullo crea celo extremo por su entorno y muchas veces termina provocando autoritarismo en la persona por no querer permitir que quienes le rodean encuentren a otro líder mejor que él. Con humildad, como obrero, el líder debe reconocer que necesita de otros pues siempre “dos son mejor que uno”. El líder debe evitar: el autoritarismo, el celo hacia otros líderes, la competencia con otros líderes, la vanagloria, el machismo (o el feminismo)
La incapacidad para multiplicarse en otros, es algo que crea soledad en el liderazgo. La imitación debe pasar por la visión espiritual o deseo de trabajo, no en la réplica del carácter del líder. La multiplicación y el despertar de nuevas potencias a veces llevan tiempo
pero es siempre responsabilidad del líder para lograrlo. El líder debe: reconocer a los que están crecidos en su entorno, preparar a otros con la visión de líder, aprender a delegar responsabilidad sin temor, capacitar a los que están preparados para ser futuros líderes
Se camina muchas veces en soledad cuando hay un corazón herido. Un líder que no ha aprendido a perdonar, con resentimiento, con depresión, pecados ocultos, etc.; será un líder que fácilmente caerá en el sentimiento de soledad especialmente ni no encuentre en otros una contención espiritual y/o emocional. El líder debe: arrepentirse de sus pecados, reconocer sus fallas a sus superiores, dejar que Dios sane su corazón, no permitir que el enemigo traiga rencor a su vida.
Un líder desconfiado difícilmente delegará trabajo en otros, será alguien que abarcará toda la labor y por ende se moverá en soledad. A veces cuando se actúa con mucha exigencia o presión hacia el entorno, se termina creando una burbuja que dice: “soy el único que lo hace bien.”
Romper con esa burbuja y abrazar a sus hermanos en visión, será motivo de alegría para el líder que tiene grandes metas por alcanzar.
El líder debe: descubrir que puede confiar en otros a la hora de trabajar en equipo, romper con su orgullo, llevarse por la voluntad de Dios y no por sus emociones humanas, terrenales ....
Los primeros pasos en el ministerio juvenil a veces despierta soledad en el líder que no sabe cómo manejar determinadas situaciones o simplemente no tiene aportes de otros para hacerlo. Ejercer el liderazgo mientras se aprende a ser líder es un buen desafío que se logra con perseverancia y principalmente, el sostén de lo alto. El líder debe: buscar y abastecerse de recursos para dar lo mejor en su liderazgo, escuchar y aprender de otros líderes, comprender el concepto de liderazgo desde sus inicios hasta el desarrollo total a la plenitud de Dios. Dios les Bendiga....

Mover Espiritual(IV)


ESE VIEJO PECADO

Estudio del Salmo 74.v 1: Allí es cuando sentís que estás lejos de Dios, allí cuando pierdes el fervor santo de tu corazón, allí cuando se entristece el Espíritu Santo dentro tuyo y llegas a pensar que eres un tonto, que por qué no resististe a la tentación… y entre la culpa hay una pregunta de que sí Dios volverá a perdonarte o no. v 2: Y peor aun es cuando te viene a la mente de dónde te había sacado Dios, que el pecado que practicaste en otras oportunidades se lo había entregado al Señor y habías proclamado victoria sobre él. Ves que Cristo te había cambiado tanto y te preguntas cómo llegaste a fallarle nuevamente. v 3: Entonces consideras que todo es por tu culpa, porque eres un cobarde y un inmaduro. Que para qué esforzarte tanto si con un momento hechas a perderlo todo. Que por qué volvió a sucederte, que talvez no tengas una nueva oportunidad y que piensas en que todo se terminó .v 4: Piensas que Satanás fue más fuerte que las fuerzas con que lo enfrentabas y finalmente se salió con la suya poniéndote tal como estás. v 5-7: Todo es como un árbol que se desploma en el piso después de recibir varios hachazos. Que hasta antes de pecar estabas bien y firme sin meditar que ese ataque te tumbaría como lo hizo. Es allí cuando pensas que ya no tenes fuerzas, y estas afligido, preocupado, cansado y desanimado. v 8: Y como si fuera poca la carga, allí oís la diabólica vos acusándote y diciéndote “viste, te vencí”; o anunciándote que no vas a cambiar nunca y que en vano es haber puesto tanto esfuerzo por querer hacer las cosas bien si siempre fracasas. v 9: Entonces te llegan las consecuencias de haber pecado; algo cambia en ti… qué es no lo sabes, pero ya no hablas ni oras igual, no están tus hombros sin cargas y te resulta difícil buscar a Dios con fervor y constancia. v 10-11: Y te darán ganas de saber por qué Dios lo permitió y no lo impidió de que cayeras. De por qué Él permitió que Satanás te golpeara otra vez sin hacer justicia ni defenderte. v 12: Entonces es allí cuando primero debes entender que aunque has vuelto a pecar nunca ha dejado Dios de ser tu Rey. Aun Él te ama y puede salvarte. v 13-14: Debes recordar Su poder para dividir y separar lo uno de lo otro. Que Dios ha ya vencido a Satanás por medio de Cristo en la cruz. v 15-17: Y debes también entender que todo lo que pasa es con un propósito y que todo lo sabe Dios, que todo está bajo su control y que tiene un tiempo para renovarte nuevamente. v 18: Entonces viene luego tu empeño por salir adelante: busca de Dios sabiendo que esa batalla es de Él y no tuya. v 19: Háblale como una paloma herida que ha caído del vuelo pero que necesita ser curada. Pídele que no olvide tu dolor. v 20-21: Y recuerda que Dios hizo promesas con vos y sabe porque sabe que has caído volverá a darte una nueva oportunidad. Jesús te ama. v 22-23: Entonces Dios se levanta y escucha la defensa de tu Abogado que pagó el precio por ti. Tu eres su hijo y está Él dispuesto a perdonarte, renovarte, restaurarte, sanarte y levantarte para que vuelvas a sentir que ahora ese enemigo está nuevamente, no en lo alto sino, debajo de tus pies. Bendiciones...